lunes, 6 de abril de 2009

Cuerpos con nombre y apellido

Publicado en Baruyera 5 Mariano Fernandez Valle El derecho coloniza a las mujeres, como fiel reflejo masculino que es. Si las mujeres son colonizadas porque el derecho recoge una situación existente o si el derecho mismo es el motor de la colonización es una discusión algo absurda. Es absurda, porque cualesquiera sean las causas y las consecuencias, es evidente que la situación es injusta, que debe cambiar de forma urgente y que es el caldo de cultivo de una revolución que espero no tarde en llegar. El derecho siempre ha visto a las mujeres como los varones ven a las mujeres: como objetos, como propiedades, como parte del acervo familiar, como parte del honor de alguna otra persona o colectivo. Y si bien estas visiones han comenzado a cambiar en los regimenes legales existentes y la discriminación formal muestra una sana tendencia a la desaparición; bajo el nuevo aparente manto de neutralidad subyacen las viejas practicas, los viejos operadores del sistema, los estereotipos y las increíbles asimetrías de poder construidas y/o reforzadas por la historia legislativa. La neutralidad legal asume que todos estamos posicionados en el mismo lugar y por eso compra acríticamente las innumerables desigualdades en los puntos de partida. Por eso, de neutralidad tiene poco y nada. Hoy día estas reformas formales muestran un impacto marginal en la situación de las mujeres y tras esa neutralidad aparece nuevamente el nombre de las mujeres, su visibilización, sus exigencias, la necesidad y el derecho a ser reconocidas, respetadas, valorizadas y reparadas. Reparadas por la cosificación, por la violación, por la indiferencia, por el atropello, por la ocupación. Las leyes han empezado nuevamente a tener nombre y apellido, a reconocer los derechos de las mujeres, a reconocer los derechos de las indígenas, a reconocer los derechos de las migrantes. A entender que el derecho ha sido edificado por tiranos, con cara de varón blanco, heterosexual y con dinero. Estos derechos no son nuevos, sino esos mismos que fueron sostenidamente negados e invisibilizados. Pero nada cambia. Este proceso todavía no ha mostrado todo lo que debe mostrar. En la lista de espera quedan millones de mujeres lesbianas, millones de mujeres pobres, millones de mujeres en situación de prostitución, millones de mujeres transgénero, que algún día terminaran por revertir el sostenido intento de colonización y mostraran los cuerpos que han sido enterrados bajo las normas y las practicas. Estos cambios se especificaran aun mas y los grupos se desagregaran, porque nadie quiere quedar atado a ningún estereotipo. Las mujeres serán también lesbianas y las lesbianas empezaran también a tener nombre y apellido. Al final del día, quizá, solo quedaran las personas. Y así empezará un nuevo proceso, donde la universalidad de los derechos humanos sea realmente inclusiva de la interminable diversidad de las personas humanas. Y los cuerpos seran reconocidos universalmente en toda su individualidad, intentando ser una realidad práctica y no solo normativa.

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