lunes, 13 de octubre de 2008

Porteñas al Borde 2

Charo Márquez Ramos

mediacharo@gmail.com

En 1999, la Organización Mundial y la Panamericana de Salud elaboraron un sistema de selección de donantes, según acuerdos del Consenso sobre Selección de Donantes en Bancos de Sangre. A partir de ese momento, pueden donar sangre quienes cumplan con ciertos parámetros básicos de salud e higiene y con, claro, cierta conducta moral.

Yo no puedo donar sangre. De las personas que conozco, nadie puede donar. Ni mi mamá puede donar sangre.

De mis compañerxs de laburo, no sé, quizá alguien, sólo quizá.

El día que conocí a una gran amiga, M. llegó al patio de la Facultad. Yo estaba sentada junto a una amiga nuestra y M. dijo: “no pude donar sangre porque cojí con más de dos flacos en el último año. ¡Pero me cuidé!”. Estaba indignada. Me indigné.

Al tiempo, una amiga de mi pareja necesitó que donáramos sangre. Yo tampoco pude donar. Mi pareja tampoco. Probablemente, de sus amigxs, solo algunxs hayan podido.

Aunque el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual entre mujeres sea casi nulo. Aunque el THC sólo quede en sangre dos meses. Aunque el preservativo elimine (bien usado) la posibilidad de contagio de VIH/SIDA y del resto de las ITS (infecciones de transmisión sexual), sigue importando más el código de conducta de la gente que su salud.

Si un chico gay quisiera donar sangre, no podría, aunque se haya cuidado en sus relaciones sexuales. Porque no importa que quiera ayudar a alguien, que sea mayor de 18 años, que pese más de 50 kilos, que no haya tenido ninguna enfermedad en el último año, importa con quién tiene relaciones sexuales. Ni siquiera importa cómo, si es con penetración o no, si es sexo oral o no. Si conocía a la persona o no. Si usó forro o no.

En el formulario de selección, no aparece la opción “Me hice el test de VIH/SIDA hace menos de un año y me dio negativo/positivo”.

Entonces, una enorme cantidad de gente queda al margen de donar sangre. Y expuesta frente al formulario, a quienes lo leen, a quienes esperaban recibir su donación.

¿Es real que esta ciudad es la capital del electorado inteligente? ¿La ciudad gay de Sudamérica? ¿Qué los distintos gobiernos han fomentado el turismo LGB (el resto de las letras, lxs gobernadorxs no las conocen)? ¿Que es una de las pocas ciudades en las cuales personas del mismo género pueden, por lo menos unirse civilmente? ¿Que las marchas del orgullo son enormes?

¿Cómo puede ser que en Buenos Aires, ninguna persona no heterosexual, no monogámica pueda donar sangre?

Creo que, evidentemente, el sistema de salud y el jurídico no están a la altura de las circunstancias.

Que después no digan que “TODOS podemos donar”.

Publicada en Baruyera 5

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