miércoles, 13 de junio de 2007

EDITORIAL 4

(Publicado en Baruyera 4) Algunas lesbianas[1] preguntamos y nos preguntamos acerca del “cuerpo lesbiano”. ¿En qué/dónde radica su particularidad, si es que tiene alguna? ¿hay que pensar/registrar/construir materialidad/fisonomía/relacionalidad/arte/teoría/bla para ese cuerpo? Cada cuerpo lesbiano –entre la infinidad de cuerpos que así se llamen ocasional o permanentemente-fue/es/será una resultante móvil y variable de decisiones y cavilaciones, de certezas, dudas, mediastintas y otros tantos ingredientes. Cuando se comprende y acepta este devenir como posible, deja de tener sentido el “hay que” del primer párrafo o, al menos, la imposición a aludir de algún modo a un ethos, a un deber ser lesbiano, se debilita, pierde peso específico. Llamarse unx mismx ocasionalmente lesbianx puede o no exigir una toma de posición respecto a los cuerpos propios y ajenos, a las formas de portarlos y percibirlos. Las formas de ocuparse o desentenderse del asunto son infinitas para cada persona y cada circunstancia. Con Las Guerrilleras y El Cuerpo Lesbiano de Monique Wittig –que leí este verano, uno después del otro – comprendí mejor la distancia ontológica insalvable que separa todo lo implicado en/como cuerpo/s lesbiano/s de todos los dispositivos hegemónicos de percepción- de-sí-mismx. ¿Es la lesbiandad un universo íntimo y relacional al mismo tiempo? El cuerpo lesbiano que cada cual narra/representa en niveles simultáneos, distintos, entrelazados, ¿es el cuerpo deliberadamente sustraído del régimen heterosexual que –como bien escribieron varias compañeras en este número- se define ante todo como el dispositivo que pone al elemento “mujer” al servicio exclusivo del elemento “hombre” sin dejarle ningún otro resquicio que el perfectamente simbolizado por el “camisón con agujero”? ¿Es un cuerpo variado, inmenso, eróticamente equipotencial –si se me permite el uso, por segunda vez, de un odioso tecnicismo cientificista-, indiviso y múltiple todo al mismo tiempo… o separadamente? Intuyo que Baruyera, madura en muchas cosas en este cuarto número, se encamina hacia la exploración de ese cuerpo, al descubrimiento/invención de ese corpus necesario. Imposible imaginar cuán lejos o cerca puede llevar a cada cual esta deriva.
[1] Hoy por hoy no adscribo a la idea de que existan identidades fijas. Entiendo el término “lesbiana” como adecuado para toda persona que elija llamarse a sí misma de eso modo, de manera temporaria o permanente. Sonia Gonorazky escobasupra@yahoo.com.ar

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