700.000 “Las mujeres decidimos, la sociedad respeta y el estado garantiza” Por baruyera Cada año, se realizan 700.000 abortos en Argentina; uno por cada vez que una mujer decide sobre su cuerpo y sus deseos. Al menos 700.000 veces al año las mujeres desobedecemos órdenes explícitas e implícitas de quienes creen tener soberanía sobre nuestros intereses. En nuestro país el aborto no es punible cuando la mujer ha sufrido una violación siendo demente o idiota y/o cuando corre peligro su vida o su salud (art. 86 del Código Penal). Este artículo ha dado lugar a debates interminables acerca de sus alcances. Debates que -lejos de las mujeres- profundizan jueces, jurisconsultos, sacerdotes y médicos. Por encima, por debajo, por los costados, por las fisuras y –sobre todo- sin importarnos en absoluto tales debates, nosotras seguimos abortando. ¿Es necesario decir que las mujeres no perseguimos un “permiso” para hacer lo que hemos determinado que es mejor para nuestras vidas? ¿Es preciso que develemos que lo que debaten no trata sobre ética sino sobre cómo desean usufructuar nuestros cuerpos, moralizándolos según sus gustos particulares? El 41% de la población mundial vive bajo leyes que no restringen el aborto. Argentina todavía regula la decisión de abortar; es decir que en este país hay quienes tienen la facultad de decidir (en tercera persona) sobre lo que es bueno para nuestra vida presente y futura. ¿Cómo es posible que siga sucediendo que las mujeres debamos clandestinizarnos para ejercer el derecho básico a disponer de nuestro cuerpo? ¿El cuerpo de las mujeres no es, acaso, de las mujeres? La respuesta es un rotundo sí. El cuerpo de las mujeres sólo pertenece a cada una de ellas, pero resulta ilegal vivirlo y disponer de él. Para algunxs, las mujeres no somos “aptas” para deliberar sobre el uso autónomo de nuestro cuerpo. Quienes defendemos lo que los medios se encargan de difundir como “a favor del aborto” no exigimos un “derecho” (el de abortar) sino que intimamos al Estado a que deje de perseguirnos, castigarnos, atemorizarnos, amenazarnos apropiándose ilegítimamente de nuestros cuerpos. No necesitamos que nadie reconozca la soberanía sobre nuestros deseos. 700.000 veces al año reafirmamos esa conciencia. Somos expertas en nuestras vidas y sabemos cuándo se transformarán en invivibles. Tanto, que no nos importa correr el riesgo de morir en abortos clandestinos, con tal de que nuestro cuerpo siga siendo un lugar habitable para nosotras. Las mujeres exigimos autonomía.
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